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Crítica de Cromañón, serie dirigida por Marialy Rivas y Fabiana Tiscornia en Primevideo.
Esta producción a gran escala de un gigante del streaming como Primevideo propone una reconstrucción ficcional de una de las peores tragedias de la historia argentina como la que ocurrió en la noche del 30 de diciembre de 2004. La debutante Olivia Nuss, Toto Rovito y José Giménez Zapiola (El Purre) son los protagonistas de un drama juvenil enmarcado en el universo del rock barrial con no pocos hallazgos artísticos.
Cromañón (Argentina/2024). Dirección: Marialy Rivas (Episodios 1, 2, 5 y 8) y Fabiana Tiscornia (Episodios 3, 4, 6 y 7). Guion: Josefina Licitra, Pablo Plotkin y Martín Vatenberg.
Elenco: Olivia Nuss, Toto Rovito, José Giménez Zapiola (El Purre), Nicole Mottchouk, Soledad Villamil, Luis Machín, Paola Barrientos, Esteban Lamothe, Muriel Santa Ana, Carolina Kopelioff, Kevsho, Alan Madanes, Lautaro Rodríguez, Dani La Chepi y Antonia Bengoechea.
Fotografía: Rodrigo Pulpeiro y Christian Cottet. Música: Gabriel Pedernera y Hernán Segret. Edición: César Custodio, Andrea Kleinman, Inti Nieto, Santiago Parysow. Diseño de producción: Mariela Ripodas. Sonido: Leandro de Loredo. Duración: 8 episodios de entre 33 y 42 minutos cada uno. Duración total: 268 minutos.
Disponible en Amazon Prime Video desde el viernes 8 de noviembre.
¿Una serie sobre Cromañón? ¿En serio? ¿Por qué? ¿Para qué? Eso pensé cuando se anunció este proyecto de Primevideo. Cuando se completó y vi el trailer tampoco me entusiasmó demasiado (más bien todo lo contrario) con su tono a-lo-Tango feroz. Las suspicacias crecieron porque no nos ofrecieron verla de manera anticipada a los críticos, algo que las compañías de streaming sí suelen hacer cuando le tienen confianza a sus series o películas. Pero un colega me alertó de que podía no estar nada mal y entonces un día antes del estreno solicité los screeners, me los enviaron a los pocos minutos, arranqué a verla e hice maratón de las casi cuatro horas y media de los 8 episodios casi sin interrupciones
La primera sorpresa agradable fue ver que en los créditos de dirección figuraban Fabiana Tiscornia, histórica asistenta de, entre otros, Lucrecia Martel y la talentosa realizadora chilena Marialy Rivas responsable de Joven y alocada, Princesita; que entre los guionistas aparecían los periodistas Pablo Plotkin y Josefina Licitra; y que el equipo incluía a varios de los mejores técnicos del cine nacional: los fotógrafos Rodrigo Pulpeiro y Christian Cottet, los editores César Custodio y Santiago Parysow, la diseñadora Mariela Ripodas, el sonidista Leandro de Loredo o cineastas como Guillermo Rocamora e Inés María Barrionuevo en diversos rubros.
Pero faltaba ver, claro, cómo se iba a encarar la historia de ficción y la reconstrucción de una de las mayores tragedias de las últimas dos décadas; el incendio del boliche Cromañón el 30 de diciembre de 2004 mientras tocaba el grupo Callejeros, que dejó un saldo de 194 muertos y al menos 1.432 heridos, y generó un cimbronazo político, judicial, económico y diría que también social y cultural cuyo impacto continúa hasta la actualidad.
La serie apuesta a una estructura coral que tiene como eje a un grupo de amigos de la zona de Villa Celina, la mayoría de 19 años, varios de ellos aspirantes a músicos profesionales, aunque también alguna fotógrafa e incluso una patinadora. El epicentro serán claro, los tres shows que Callejeros dio a finales de ese año, el último con la bengala que incendió el techo y desencadenó la tragedia, pero la narración pendulará también entre los días previos y las consecuencias del hecho hasta llegar al juicio oral en 2018.
La protagonista es Malena Guzmán, en la piel de la debutante Olivia Nuss, una joven con talento para la guitarra, la composición y el canto a la que encontramos en 2008. Sobreviviente de Cromañón, se ha ido a vivir a Rosario donde la vemos trabajar como repositora en un supermercado en lo que parece ser una forma de huir del conurbano pero sobre todo de alejarse y olvidarse de los traumas. Pero la angustia y la culpa no se disipan con la distancia física y cuando Carlos Binder -Luis Machín-, padre de una de las víctimas e impulsor del juicio, le deja un mensaje para que vuelva a recuperar la mochila que tenía esa noche y le propone prestar su testimonio en el proceso judicial, regresa para concretar el demorado, tortuoso y doloroso reencuentro con su madre Betty -Soledad Villamil- y con los amigos que también han sobrevivido.
No es la primera vez que el audiovisual local se acerca a las secuelas de Cromañón, como por ejemplo, Clara se pierde en el bosque, reciente film de Camila Fabbri; pero esta serie aborda la problemática desde muy variados frentes y en muchos de ellos sale más que airosa de los desafíos y riesgos.
Cromañón es, por un lado, un coming of age con adolescentes que aman el rock barrial, tienen las hormonas alborotadas y, cuando no se suben a un micro para enfilar hacia un recital, pasan las noches entre cervezas, porros y alguna que otra pastilla.
Hay, sí, un triángulo afectivo entre Malena, su novio Lucas -José Giménez Zapiola, a.k.a. El Purre- y su amigo Nico -Toto Rovito, el hijo de Dolores Fonzi en Blondi-, que claramente está enamorado de ella. Y, aunque esa construcción pueda resultar un poco elemental, las relaciones entre ellos y con el resto de sus amigos, como Lucila -Nicole Mottchouk- o Cheti -Lautaro Rodríguez-, nunca dejan de funcionar. También se percibe mucha complicidad e intimidad en la relación de Male con su mamá -Villamil, quién ratifica su habitual ductilidad-, mientras que el mencionado Machín, Paola Barrientos, Esteban Lamothe y Muriel Santa Ana interpretan a otros padres de estos pibes tan inmaduros como entusiastas y en definitiva queribles.
Cromañón tiene un poco de todo, desde historias de amor gays hasta la problemática de un embarazo juvenil, pasando por un mundillo del rock claramente machista y las lógicas denuncias a la catarata de desatinos cometidos, apela a elementos propios de la crónica policial con material de archivo de la cobertura periodística de la época y tiene varias zonas que seguramente generarán múltiples lecturas y no pocas polémicas como la responsabilidad del empresario Omar Chabán o de los propios integrantes del grupo Callejeros.
El soundtrack de los 8 episodios es amplio y fastuoso desde Sumo a Intoxicados, pasando por Babasónicos o Las Pelotas, pero por momentos se abusa del recurso del montaje paralelo con algún tema de fondo como, por ejemplo, La noche eterna, de El Mató a un Policía Motorizado. Son más que dignos, por su parte, los temas que interpretan en vivo Lautaro Rodríguez o la propia Nuss.
Con bastantes más hallazgos que lugares comunes, que igual los tiene, Cromañón surge entonces como una valiosa propuesta por lo que es, pero también por lo que evita ser. Una serie sensible y por momentos emotiva, que se desmarca de la manipulación y la demagogia, que incluso en su quinto episodio reconstruye con mucha tensión e intensidad la fatídica noche del 30 de diciembre. Un ensayo sobre la escena del rock chabón de hace dos décadas, pero también sobre cómo lidiar siendo joven con la bronca y la culpa que generan haber sobrevivido cuando varios seres muy queridos no lo lograron. Un proceso catártico y de redención para salir del encierro y la negación que cuesta y duele.
Por Otros Cines