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Cambio en la asignación de subsidios para el Cine Nacional. Fuerte repudio.

Los subsidios del INCAA y las mentiras de Pirovano, Adorni y Sturzenegger

En su constante estigmatización del cine argentino, el gobierno nacional apeló a cifras erróneas para justificar un nuevo ajuste en el sector.

El INCAA modificó por decreto presidencial el sistema de subsidios apelando a datos falsos. A la hora de justificar la nueva normativa -cada vez más restrictiva-, se pusieron como ejemplos de "películas fantasmas" (así las definió en su cuenta de X el ministro de Desregulación y Transformación del Estado Federico Sturzenegger), que recibieron anticipos y luego no las vio casi nadie, a Partió de mí un barco llevándome, de Cecilia Kang, que según el vocero Manuel Adorni habría tenido 80 espectadores; y A Después de Un buen día, que habría vendido 175 entradas. Esas cifras -que luego reprodujeron portales como Infobae- son incorrectas y solo hacía falta chequearlas en los informes de la Gerencia de Fiscalización del propio INCAA.

En verdad, el film de Kang, multipremiado en el Festival de Mar del Plata 2023, es un rotundo éxito en los términos de una producción pequeña que no salió al circuito de grandes cadenas: 997 tickets cortados en solo siete funciones en la Sala Lugones y cinco meses a sala llena en el MALBA. No tuvo "80 espectadores", sino que lleva más de 4.600 y sigue sumando. En el caso de Después de Un buen día, documental de Néstor Frenkel, tampoco convocó a 175 personas sino a 2.600 y sin contar proyecciones en múltiples salas alternativas.


O sea, sin entrar en cuestiones como la importancia que tienen ciertas películas que nos representan en festivales y salas de todo el mundo, que impulsan la marca país, que atraen inversiones y turismo, que tienen un efecto multiplicador y generan miles puestos de trabajo de calidad, el debate estuvo mal planteado incluso en los términos de eficiencia y rentabilidad que suelen dominar la comunicación de este gobierno.

Más allá de la falta de rigor (por ser generosos) a la hora de tirar números que se usan como "justificación" de un cambio de regulación, es bueno a esta altura analizar el estado de situación en el cine en general y con los subsidios en particular.

Hasta el año pasado existía un sistema de "ventanilla continua" y de anticipos de subsidios que permitían iniciar rodajes y hacer que la rueda girara de forma permanente. Por supuesto, dentro de ese esquema se filmaron películas (quizás demasiadas, una cuestión sujeta a un necesario debate) excelentes, muy buenas, regulares y malas. Podía (debía) ser mejorado, optimizado, pero nunca destruido.


La gestión de Carlos Pirovano impuso en los últimos meses todo tipo de limitaciones, como por ejemplo un máximo de un proyecto por año por productora y un nuevo esquema en el que los mínimos subsidios se cobrarán (en caso de corresponder) recién con la película terminada y estrenada. El problema es que el cine necesita continuidad y previsibilidad, saber que contará con algún tipo de apoyo oficial antes de hacerse para con esa certidumbre buscar los hoy indispensables fondos de organismos públicos, fondos y coproductores extranjeros.

Ya el año pasado los montos de los subsidios habían quedado muy desactualizados por la inflación. El costo de una película media que se utiliza como parámetro está en unos 100.000 dólares cuando hoy una producción pequeña no puede hacerse en tiempo y forma (cumpliendo además con todos los requisitos y exigencias de los sindicatos) con menos de medio millón. Y una productora que presupuestó hace poco una película de seis semanas de rodaje para Netflix indicó que el mismo no bajaba de los dos millones. Argentina, con el tipo de cambio pisado, se volvió una economía muy cara en dólares.

En el mundo cada vez se apoya más desde el Estado a la producción cinematográfica. Lo hacen no solo los gobiernos progresistas, sino también potencias como los Estados Unidos y hasta países dominados por la ultraderecha como Hungría (aquí un informe al respecto).

Es cierto que el INCAA estaba sobredimensionado en algunos sectores y que, como en todo organismo estatal, tenía acumuladas "capas geológicas" de empleados designados en distintas gestiones y con poca o nula actividad concreta. Pero también muchos otros que llevaban adelante un montón de valiosas tareas de fomento, promoción, fiscalización, programación, formación, etc. 

Se eliminaron herramientas como la Cuota de Pantalla (que igual nunca se aplicó como se debía), se cerraron casi todos los programas federales, se perdió el mercado Ventana Sur que migró a Montevideo. Tierra arrasada.


Hoy el cine argentino se encuentra prácticamente parado. Solo filman algunas productoras y directores que están haciendo películas y series para gigantes del streaming como Netflix y aquellos que apuestan al cine guerrilla porque nunca entraron al sistema del INCAA. Pero la mayoría de los técnicos está sin trabajo, porque tampoco hay demasiada publicidad, ni videoclips ni proyectos del exterior que antes sí venían porque la Argentina estaba barata en dólares.

Como bien indicó Pablo Chernov en su reciente columna Un cine "perfecto", el INCAA solo lanzó un puñado de concursos ("un pedazo de carne arrojado al centro de una jaula donde conviven 2.500 tigres hambrientos") y se jacta de un ajuste que desfinanció, paralizó y vació al organismo. Mientras tanto, en su discurso cargado de retórica economicista y en muchas casos de falacias, indicó que en el último llamado del programa Ibermedia "se obtuvo un histórico retorno, por lo que Argentina recibió más del 150% de lo invertido". ¿No será porque Argentina es el país que más proyectos presenta? ¿No será que se apoyaron a más películas nacionales porque se tuvo en cuenta que la industria audiovisual está atravesando una crisis casi terminal? Se vende como un supuesto buen negocio, que no es tal, a un sistema regional de apoyos públicos.

El cine argentino se debe un debate en serio y honesto sobre su relación con el público, el estreno más visto del año, El Jockey, suma 120.000 entradas, sobre formación de audiencias, sobre cómo mejorar el lanzamiento de sus películas, sobre cómo sobrevivir en estos tiempos de imperio de las plataformas de streaming, pero tiene que hacerlo con un INCAA funcionando y con el diálogo abierto entre funcionarios y entidades del sector. 

Por Otros Cines

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