Poliamor y corazones rotos

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🌈 Orgullo

Luis Porzio dirige una obra sobre poliamor y corazones rotos, Afterglow describe una historia de sexo, amor y sentimientos encontrados en la cual, los tres muchachos que solo querían divertirse culminan con sus corazones destrozados.


Quienes vayan a Afterglow para contemplar cuerpos desnudos, escenas bastante explícitas de sexo, el festival de la carne del imaginario gay como músculos, tatuajes, nalgas torneadas y miembros colgando, la cumbre de la concupiscencia en escena, no saldrán decepcionadxs. Pero la obra escrita por el norteamericano S. Asher Gelman, y no casualmente uno de los mayores triunfos del Off-Broadway, de hecho, erigida como el espectáculo de mayor duración en la historia del Davenport Theatre, no se sostiene solamente por la celebración de la sensualidad.

En efecto, Afterglow empieza con una feliz noche de cópula loca entre Josh y Alex, un matrimonio de treintañeros, y Darius, un fresco masajista veinteañero invitado a formar un trío casual con la pareja. Sin embargo, ese alegre prólogo, más temprano que tarde desencadenará el conflicto y, finalmente, el drama.

Basado en las propias vivencias de su autor, la trama se centra en Alex, un químico algo estructurado, pero que finalmente parece sucumbir a los deseos de Josh, un actor de teatro que quiere gozar de las experiencias eróticas y de los placeres de la vida con total libertad.

Así, Alex, termina aceptando la dinámica de la pareja abierta, con mayor reticencia aún cuando ambos se encuentran comprometidos en la difícil etapa de una futura próxima paternidad por subrogación de vientres.


La llegada de Darius que primero supone un equilibrio para la pareja al calmar los ardores voluptuosos y el hedonismo de Josh, a medida que pase el tiempo dará cuenta de que, en ciertas ocasiones, es difícil deslindar la carne del corazón. Porque, tal como señala Josh, parafraseando la poética de Emily Dickinson y la de Woody Allen; El amor quiere, lo que el amor quiere.

Con honestidad y con una dramaturgia sin pretensiones, pero sólida y bastante realista y que, con pocos trazos logra perfilar a los caracteres protagónicos, Afterglow describe una historia de sexo, amor y sentimientos encontrados en la cual, los tres muchachos que solo querían divertirse culminan con sus corazones destrozados.

De esa manera, hace honor a su título, que alude al resplandor que queda después que una luz se desvanece. Ayuda a la credibilidad del argumento el hecho de que los intérpretes trasmiten encanto e incluso cierta inocencia que, como en el Edén, se va diluyendo en la medida que se tensiona el conflicto. Será por eso, que conforme avanza la obra los desnudos van mermando y que, hacia el final, queda tan solo la vulnerabilidad de los humanos puesta al desnudo. De esa manera, Afterglow pasa de meramente calentar a emocionar y conmover.


Se destaca la dirección de Luis Porzio para brindar escenas sumamente arriesgadas, pero cuidadosas y que, no por explícitas pierden su belleza y esteticismo. En este sentido, nuevamente hay que poner en valor el riesgo asumido por los actores de encarnar escenas tan íntimas con naturalidad y armonía casi musical en sus movimientos estando desnudos y en un espacio tan cercano al público.

La obra complejiza el aparente reinado del poliamor, el amor líquido o la idea de que las emociones pueden gestionarse como si siguieran las lógicas del individualismo y del mercado. En ese sentido y en su desparpajo sexual, Afterglow deviene rebelde e inusualmente una propuesta de resistencia a estos tiempos mojigatos que hacen de la cancelación y la censura una bandera o, de los sentimientos, un trámite administrativo.

Afterglow de S. Asher Gelman. con la dirección de Luis Porzio y la producción de Adrián Lazaré. En el elenco rotativo, se encuentran David Scansetti, Santiago García, Laurentino Blanco, Fernando Cuellar, Federico Sorrentino y Axel Novoa. Se presentan en el Teatro Buenos Aires. Rodríguez Peña 411. con funciones los días viernes 20 hs y sábados 22:30 hs.

Por Soy - Página/12
Imágen Carlos Alberto García

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