Lagrimas por Polka

🚨 Intermedios

Adios al Último Samurai


Cuando las revistas del corazón, allá en los lejanos albores de los noventa, dejaron entrever que la top model Araceli González había empezado un tórrido romance con su compañero de trabajo, el actor Adrián Suar, todos quedamos atónitos.

El rumor decía que la morocha, que desde hacia unos años marcaba el pulso estético de esta nación con su corte de pelo icónico, se había enamorado del actor de Pelito durante las horas de grabación, en su debut televisivo, de nuestra Friends para adolescentes, aunque anterior a ésta, La banda del Golden Rocket.

Una historia en la que el triángulo protagónico masculino contaba, además, con dos pelilargos, el ahora exitoso cantante Diego Torres y el ahora prestigioso actor Fabián Vena, que por entonces comenzaba su camino actoral.

Ser pelilargo, aparte, en los noventa era fundamental para que las chicas muriesen de amor. Pero la modelo siguió esa tradición que reza que a las mujeres les importa mas quién las hace reír que la belleza y cayó rendida a los pies del chico que en el programa tenía más oficio actoral y menos melena.


Así fue que González se separó de su marido, tenían una hijita, y empezó una relación formal con el actor. Una relación que también cambiaría la historia de la televisión.

Arma tu propia aventura

Tras la cancelación del exitoso programa que los vio enamorarse, el romance continuó viento en popa mientras la morocha seguía poniendo su cara y cuerpo perfectos a comerciales y desfiles, dato para nada desdeñable ya que eran tiempos donde las top cobraban suculentos contratos en dólares, y leyendo proyectos que le llovía, en 1995, además, fue la revelación televisiva del año por su papel de muda en la exitosa telenovela Nano, donde compartía cartel con el galán del momento Gustavo Bermúdez, uno de los grandes amigos de Suar desde los tiempos de Pelito.

En tanto, el actor había sido elegido para encabezar una de esas historias que poblaban la tele de aquella época, la comedia para toda la familia.

En 1994, ya con el sol como logo identificario Canal 13 lanzaba Tal para cual, una historia símil Mi cuñado, el golazo de ese momento de Telefé protagonizado por Luis Brandoni y Ricardo Darín, antes de ser la estrella prestigiosa de cine que es hoy, intentando emular la fórmula de dos actores de distintas generaciones sacándose chispas.

La versión del canal de Constitución era protagonizada por Alberto Martín, dueño de las telecomedias de los 70 y principios de los 80, y el joven Suar. Pero la historia no pegó, fue levantada rápidamente y pasó al olvido.

No así para Adrián que confiaba en el proyecto y pensaba que no iba tener nunca la posibilidad de ser una estrella si no le daban la oportunidad. Después de un fracaso en la tele, cuesta pararse rápido. Pero esa caída fue quizás la piedra basal de Pol-ka.

La cima de la productora llegó con la historia menos pensada Gasoleros.

Con Fernando Blanco de socio, en ese 1994 tan errático, Suar decidió abrir su propia productora y hacer un piloto, con la confianza, además, de su amada que aportó el dinero suficiente para la aventura en ciernes. En su controvertido divorcio posterior, Araceli siempre sostuvo que sin esa ayuda económica el proyecto no hubiera salido, siendo motivo de una disputa que duró años.

Lo cierto es que el piloto funcionó y Poliladrón vio la luz en Reyes de 1995, abriéndole, al poco tiempo de andar, las puertas del paraíso de la confianza del importante Canal 13.

Nacía así una nueva usina de contenidos para la televisión

Gente como uno

Poliladrón fue un éxito por su originalidad- el romance entre una policía y un delincuente de buen corazón-, por la química entre sus protagonistas, por el buen casting del elenco que sostenía la historia y por el golpe sorpresa que constituían los invitados especiales. Por sus capítulos pasaron desde el conductor Nicolás Repetto, qué era el dueño del rating con Fax, ganador del primer Martín Fierro de Oro y con Nico en los mediodías de Telefe, hasta la mismísima Araceli haciendo de una femme fatal rubia, logrando, con esas perlitas, una historia divertida y prestigiosa que le posibilitaría a Suar seguir probando con otras producciones.

De esta manera llegaron Verdad- consecuencia, un drama de amigos solteros de clase media, con un guión extraordinario de la dupla Segade-Bellatti, luego llegó R.R.DT protagonizada, en su regreso a la televisión, por Carlos Calvo y Carola Cassini, una telecomedia a la medida de Araceli, donde hasta Pappo se animó a hacer el papel de un mecánico de autos, su otra pasión.

Pero la cima de la productora llegó con la historia menos pensada en 1998: Gasoleros, un love story de dos adultos de mediana edad, que como bien dice el título, vivían como el resto de los argentinos en ese momento, a los tumbos y gastando poco. Gente como uno.

Así fue que los años más duros del menemismo fueron reflejados en una telecomedia familiar con una historia de amor poco convencional, ella manejaba taxis y estaba casada y él era un mecánico de corazón noble, dispuesto a consolar a esa mujer cuyo marido, la pata intelectual del triángulo, no colaboraba económicamente en nada.

El relato mezclaba varias generaciones, le daba visibilidad a actores exitosos olvidados (Silvia Montanari, Héctor Bidonde), los enlazaba con jóvenes aspirantes a estrellas (Nicolas Cabré, Malena Soldá, Pamela Rodríguez), profesionales prestigioso en el metier (María Florentino, Manuel Callau) y sorpresas como el músico uruguayo Rubén Rada y el Midachi, Dady Brieva, interpretando a un colectivero.

La pareja estelar, Juan Leyrado y Mercedes Morán, talentosisimos ambos, llegaron a un nivel de estrellato, que quizás, nunca imaginaron a esa edad. Ambos pasaban los cuarenta, cuando el huracán del rating los puso en los más alto de la tele.


Merecido e inesperado.

La historia que le hubiese gustado contar a Alberto Migré, como dijo alguna vez el mítica autor, mostraba personajes que vivían en pensiones, una bandita de rock barrial, talleres mecánicos, taxis, colectivos, en un álbum de fotos de una etapa económica donde costaba alquilar, sostenerse y donde los más jóvenes pasaban sus horas queriendo pegarla con la música.

Pol-ka a su vez, mas allá del costumbrismo, ganó otros terrenos, sumando géneros como prestigioso unitarios- Locas de amor o Vulnerables-, culebrones épicos- Soy gitano o Padre Coraje- e historias que terminaron siendo for export como "Mujeres asesinas.

La mirada light de lo que en ese mismo momento el cine retrataba de manera oscura, en un film que hoy es de culto, Pizza, birra y faso. No es casual que Héctor Anglada, uno de los protagonistas del film, tiempo después fuera parte de otra producción de Pol-ka, Campeones de la vida.

Dato de color: con una estética próxima a la gente común, una de las chicas de la Gasoleros, Pamela Rodríguez, representó como nadie el look rolinga que ya era parte de la cultura urbana de la época y nadie hasta el momento había mostrado en televisión.

Sus calzas Oxford batik, sus remeras con hadas y duendes hechos con aerógrafos deben estar, al día de hoy, en el altar de los artesanos de todas las plazas. Ella misma se compraba la ropa e imponía sin querer lo que años más tarde sustituyó la importación devaluatoria: la ropa jipi.

Así era la tele y sus derivaciones menos pensadas.

Pero a este exitazo con canción propia, un tema creado por el mismísimo Vicentico, le sucedieron varias historias más. La ya citada "Campeones de la ", una tira donde los recolectores de basura pasaron a ser objetos de deseo mientras hacia su retorno al prime time Juan Carlos Calabró y forjaba una pareja que hasta hoy es imbatible como Solita Silveyra y Osvaldo Laport, hasta Son amores, en cuya historia, con los ojos puestos en el futbol, el actor Mariano Martinez llegó a tener un hit de cumbia que traspasó la pantalla chica o El sodero de mi vida, donde la pareja protagónica fue una verdadera rareza: Andrea del Boca y Dady Brieva viviendo una insólita pasión.

Pero no todos fueron exitazos, hubo historias costumbristas con menos suerte como la olvidada Ilusiones con Oscar Martínez o Pensionados, donde Cecilia Dopazo y Damián De Santo compartían hotel familiar mientras le tocaba en desgracia competir por el rating con la joya de ese momento de la mano de Sebastián Ortega que comandaba la productora Ideas del Sur de Marcelo Tinelli, Los Roldán.

Una de cal y otra de arena en el variopinto mundo de los guiones.

De ayer y de hoy

Quizás uno de los puntos más altos de la productora es haber mantenido intacta esa combinación de actores del hoy con glorias del pasado.

El productor, consumidor e hijo de los años dorados de la tele, ha confirmado en entrevistas, que quizás amar tanto la tele haya sido una de las claves.

Criticado muchas veces, recordemos que en la entrega de un Martín Fierro Nancy Duplaá llegó a hacerle una escena por aumento de caché, halagado muchas otras, por su rescate emotivo de actores y por sus historias de gente común, es indudable que Pol-ka ya es parte de la historia cultural de este país, con todos los matices que tiene cualquier historia.

Último refugio de una vida y una televisión que ya no existen, la familia alrededor de una mesa disfrutando de una historia, tal vez la productora no pudo aggiornarse a estos tiempos, donde el streaming y las redes sociales mandan.

Una etapa donde estamos tan fragmentados y ensimismados, que ni siquiera dejamos el celular a la hora de la cena, y donde las plataformas producen contenido para cada paladar dentro de una vida cotidiana, a pesar de no haber pasado un siglo, tan distinta a la de hace unos años atrás que cuesta condensarla en una sola historia, en una sola escenografía, en una sola pintura de época.

Una productora que le devolvió a sus fans de antaño figuras como Arnaldo André, Nora Cárpena, Luisina Brando, Bettiana Blum, Leonor Benedetto, Antonio Grimau o Raúl Taibo y encumbró a nuevas camadas como Luciano Castro, Gonzalo Heredia, Marcela Kloesterboer, Julieta Díaz, Leticia Bredice, Nico Cabré o Mariano Martinez e hizo de la tele un tiempo que será recordado, si nada cambia, como el último bastión de la ficción vernácula.

Esa en la que aún había bares, amigos y familia, en algunos casos disfuncionales como esa madre que nos regalo Leonor Manso en Vulnerables, en otras, como la adorable familia que hacía videoclips con "una" qué conocíamos todos protagonizada por el mismísimo Suar con Natalia Oreiro en Sos mi vida, invitando al interprete original al clip.

Encima, cómo bien dijo alguien en X (twitter), Pol-ka se despide cuando está en duda cuanto le queda a la clase media argentina, esa a la que dirigió toda su producción.Pero quién sabe, quizás fruto de alguna historia de amor real como la de Adrián con Araceli surja la necesidad de crear una próxima historia de amor entre el público y la tele.

Es que el amor hace milagros tanto en la vida como en las telenovelas.

Por Lorena Alvarez de Panamá Revista

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