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Críticas de las películas argentinas ganadoras del Festival 2025 de Mar del Plata, por un lado 3000 km en bicicleta, de Iván Vescovo, y por otro Risa y la cabina del viento, de Juan Cabral
Reseñas de los films nacionales que obtuvieron la distinción principal de la Competencia Latinoamericana y de la Competencia Argentina, respectivamente.
3000 km en bicicleta (Argentina/2025). Dirección: Iván Vescovo.
Guion: Mauro Andrizzi, Ignacio Ceroi e Iván Vescovo. Fotografía: Fernanda Montilliengo, Iván Vescovo. Edición: Florencia Gómez García. Duración: 88 minutos. Ganadora de la Competencia Latinoamericana.
Hay una sensación de libertad única en el acto de pedalear: el aire en la cara, el sol en la piel y el cuerpo como motor, al servicio la promesa de que el movimiento es también una forma de escape. Esa libertad, la misma que lo había llevado a lo más alto del BMX, fue la que Iñaki Mazza empezó a perder apenas después de consagrarse campeón olímpico en los Juegos de la Juventud. A los 20 años, el chico que había sido bandera de un deporte se encontró vacío, en crisis con el mundo competitivo y, sobre todo, consigo mismo.
Dirigido por Iván Vescovo, 3000 km en bicicleta retrata ese estado de desorientación con franqueza, sin adiposidades ni voluntad de juicio, pues procura comprender antes que establecer valoraciones. Lo primero que vemos es a Iñaki intentando vender su medalla olímpica: gesto tan brutal como transparente, es el síntoma inequívoco de alguien que ya no quiere ser quien fue. El problema es que tampoco sabe quién quiere ser.
Instalado en Buenos Aires, entre amigos, fiestas y dudas, su vida parece suspendida en una deriva sin dirección. Cuando un grupo lo invita a Córdoba y, poco después, decide subirse otra vez a la bicicleta para recorrer la Patagonia en busca de su pareja Abyss, internada en un centro de rehabilitación, el viaje se convierte en algo más que un recorrido físico.
Hasta ese punto, la película es algo caótica, fragmentada, desordenada, como si replicara la mente confusa de su protagonista. Pero encuentra cierta claridad una vez que comienza el viaje: la naturaleza patagónica, los pueblos de paso, algunos pequeños inconvenientes (la policía, pinchaduras, el robo de una bicicleta) y los cuerpos en movimiento aportan una sensación de renacimiento, aunque el trayecto se estire más de lo necesario. Vescovo filma sin artificios, confiando en la espontaneidad y el desconcierto de su personaje, y logra que la travesía adquiera un tono íntimo en los mensajes que Abyss envía en forma de versos tan honestos como la película entera.
Risa y la cabina del viento (Argentina/2025). Dirección: Juan Cabral.
Elenco: Elena Romero, Diego Peretti, Cazzu, Joaquín Furriel, Gustavo Garzón, Silvina Sabater y Fabián Casas. Guion: Pablo Minces y Juan Cabral. Fotografía: Leandro Filloy. Edición: Emiliano Fardaus. Música: Diego Tuñón y Babasónicos. Duración: 95 minutos. Ganadora de la Competencia Argentina y premio a Mejor Dirección.
Considerado uno de los principales directores de publicidad y videoclips de la Argentina, Juan Cabral realizó su primera película, Two/One, en 2020. Para bien y para mal, sus especializaciones y sus pergaminos se perciben en esta segunda incursión en el largometraje.
Una de las cosas que más llaman la atención de Risa y la cabina del viento es que presenta no una sino ¡seis! canciones de Babasónicos (Cabral tiene una larga relación con la banda liderada por Adrián Dárgelos porque filmó varios videoclips) y, de alguna manera, la historia se va contando a través de esos temas, Zumba, Putita, Gratis, Mareo, Caliente y -claro- Risa, que le da nombre incluso a la protagonista a la que alude el inicio del título de la película.
En efecto, Risa (la debutante Elena Romero) es una niña de 10 años que está siempre en el centro de la escena rodeada por personajes adultos (y un simpático hamster que se roba unos cuantos planos). Ella vive en Ushuaia con su madre Sara (Cazzu), pero también sufriendo la ausencia de una figura paterna. De alguna manera, ese lugar lo irá ocupando de a poco Esteban (Diego Peretti omnipresente en esta edición marplatense tras La casa y La muerte de un comediante), un perdedor, un alma en pena que, sin embargo, irá logrando una conexión especial con la pequeña.
La película arranca a puro realismo, pero más temprano que tarde va mutando hacia zonas más propias de las fábulas infantiles y hasta con ciertos elementos que remiten al fantástico japonés. Risa descubre que una vieja cabina telefónica que completa el título del film permite conectarse con el mundo de los muertos. Y, claro, su deseo pasará por hablar con su padre.
No conviene adelantar nada más para evitar spoilers, pero la película no siempre logra integrar con fluidez los distintos elementos, subtramas, vueltas de tuerca y personajes secundarios, además de los ya mencionados, el elenco incluye figuras como Joaquín Furriel, Gustavo Garzón y Fabián Casas.
Más allá de sus desniveles y de ciertos planos en los que se imponen el preciosismo y cierto regodeo en el virtuosismo visual, la película ganadora de la Competencia Argentina tiene no solo ínfulas sino también indudables logros y hallazgos dentro de un universo (el punto de vista infantil) y un género, el fantástico, no demasiado explorado en el cine nacional.
Por Otros Cines
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