Los mandatos familiares

📺 Viendo Tele

Algunas cosas sobre The Bear y los mandatos familiares. Esta semana estuve obsesionado con The Bear.

Hace un año que veía comentarios de la serie en Twitter pero por algún motivo me había convencido de que era sobre el mundo culinario y todas las presiones y abusos laborales que suele tener en su interior. 

La serie tiene algo de eso, si. Pero es mucho más.


Una posible sinopsis sería: Carmy, el protagonista, hereda un restaurante luego del suicidio de su hermano e intenta sacarlo a flote para compensar el hecho de que estuvo ausente para su familia durante mucho tiempo. Desde el inicio The Bear parece una trama sencilla que va desenterrando cosas episodio a episodio, como la vida misma.

La serie te hace creer que es sobre cocina con unos primeros planos impresionantes cada vez que alguien hace un sandwich o un omelette. Pero no es sobre cocina; es sobre las familias y todas las mochilas que las mismas nos ponen.

Me gustan las ficciones que hablan sobre familias. Creo que es una de las problemáticas más actuales que se pueden mostrar. Uno de los grandes dramas de nuestra generación es crecer en un mundo cambiante y acelerado con moldes familiares disfuncionales que fueron pensados para otra época. Incluso mis amigos que tienen familias sanas y muy funcionales sufren constantemente con las tensiones que generan las expectativas frustradas de los mandatos.

En The Bear los problemas familiares van apareciendo de forma gradual, casi como un rompecabezas en el que se van poniendo pequeñas piezas que no entendes muy bien porque están ahí pero que terminan de tomar sentido en la segunda temporada. La vida normal transcurre y los problemas están latentes y dormidos hasta que un día te estallan en la cara. Y te das cuenta de que nunca vas a poder huir de ellos.

Carmy se pasa casí toda la vida huyendo de sus problemas hasta que llega el suicidio de su hermano y la vida lo arrastra de vuelta al punto cero.

Creo que las personas que están rotas tienen forma muy curiosa de ir juntándose sin querer. Hay mil sindicatos de personas rotas a tu alrededor y nunca te das cuenta. Todo lo que rodea a Carmy es frágil o tiene grietas muy profundas. Las heridas abiertas en una persona a veces son muy difíciles de contemplar.


Hay un personaje en particular que me fascina: el de Richie, uno de los primeros de Carmy que solía ser la mano derecha del hermano suicidado. Durante toda la primera temporada la serie hace unos esfuerzos increíbles por hacer que lo odies. Es un estereotipo de personaje masculino bastante típico, el del cuarentón con graves problemas de autoestima escondidos bajo una faceta verborragica y abuso de sustancias.

Richie se pasa episodios enteros intentando encontrar su lugar en el mundo y termina disfrazando su búsqueda de una resistencia nostalgica. Creo que todos conocemos varones así. Hombres que la vida dejó flotando sin futuro ni propósito y que se relacionan con los demás con herramientas muy pobres e insuficientes.

Y entonces en un episodio de la segunda temporada aparece el evento canónico. El character development de Richie toma una forma hermosa, incluyendo esta escena con Love Story de fondo que subí ayer a Twitter. El personaje que más detestabas se transforma de pronto en uno de tus favoritos. 

Que cosa hermosa la ficción.

Pero el crecimiento de Richie no necesariamente significa que el resto también va a crecer. Esos contrastes también son así en la vida real. Alguien crece y a su alrededor quizás todo sigue estancado. Y manejar esas tensiones se vuelve parte de los desafíos de estar vivo.

Hace un año algo bastante complejo pasó en mi familia. No hablo ni escribo demasiado de ello, más que algunos correos aquí y allá que quizás algunos suscriptores de Los Nenes No Lloran recuerdan. Eso que pasó me marcó más de lo que me gusta admitir. "Siento que mi vida quedó estancada en ese momento" le dije a mi psicóloga una vez. Lo sigo sintiendo casi doce meses después.

Salir de los ciclos tóxicos es difícil. Especialmente cuando es todo lo que conoces, cuando fuiste socializado de esa forma. En el episodio 6 de la temporada 2 The Bear termina de poner sobre la mesa (literalmente) todas las complejidades de la familia de Carmy. El rompecabezas se completa y todos tiramos un "ahora entiendo todo" mientras miramos la pantalla.

Algunos logran salir de los ciclos de violencia y terminan encontrando nuevos propósitos y nuevas formas de ayudar a quienes los rodean, como Richie. Otros no logran salir del todo y terminan atrapados en complejos ciclos autodestructivos que es difícil desmantelar, como Carmy.

"Siento que ninguna cosa buena que me pase compensa lo mal que me siento ahora mismo" dice en un momento de la serie. ¿Por qué será que nos cuesta tanto aceptar la felicidad a veces? ¿Por qué será que la terminamos cuestionando de formas tan injustas?.

Me gusta mucho The Bear porque es como la vida misma. Todos atrapados en las telarañas de nuestras historias, intentando lidiar con todas las formas del dolor: las que heredamos, las que otros nos imponen y las que nosotros mismos creamos para torturarnos. Todas combinadas en alquimias que se vuelven insoportables hasta que un día encontramos la fórmula para desarmarlas. Hasta que un día algo hace click y nos damos cuenta de que capaz, al final, no vinimos a este mundo solo a sufrir.

Todos estamos embarcados en ese viaje. Algunos llegan a buen puerto. Algunos no. Otros estamos en ese punto insoportable donde no sabemos muy bien si es que ya lo logramos o todavía estamos atrapados en la telaraña

Por Nacho Muruaga - Los Nenes No Lloran

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente